En esta entrada, donde se pide una reflexión sobre el papel de la mujer en alguno de los ámbitos de nuestro interés, no he dudado en que iba a ser en el ámbito de la construcción, mi sector profesional.
Tras haberme dedicado durante seis años al mundo de la obra y la construcción, en el ámbito privado, pasado por cuatro empresas de diferentes tamaños, tipos de dirección y organización, he ido experimentando situaciones en las que la valía ha quedado en segundo plano por el hecho de ser mujer.
Algunos detalles como, entre dos empleados, mujer y hombre, se ha destinado al hombre a reuniones de obra -"lugar de hombres", donde en ocasiones, los empleados de inferior rango no reciben con agrado órdenes realizadas por superiores mujeres o incluso a cambio de algún piropo esperan recibir algún trato de favor- y a la mujer a terminar alguna tarea administrativa o de oficina, sin valorar el conocimiento o el potencial de cada uno de ellos de manera aislada al género.
Al margen de ello, y desde la perspectiva de un perfil técnico y directivo más que de mano de obra, he intentado "aprender" ensuciándome e involucrándome con los peones y oficiales, y ahí es donde sacan el instinto protector, obviando que no poseemos ni la fuerza, ni seguramente la destreza suficiente para desempeñar su trabajo, cuando en repetidas ocasiones tenemos que explicarles "teoricamente" como hacerlo.
Tras todos estos años, por desgracia, solo he tenido compañeras en trabajos de oficina, técnicos o a nivel administrativo, pero ninguna a pie de obra sin que ejerciese de jefa.
Recientemente, en mi viaje a Indonesia, curiosamente donde solo el 39,5% de la población activa son mujeres, pude observar alguna situación, que me llamó la atención y me enorgulleció, mujeres y hombres trabajando codo con codo.
Al hilo de esto, y para conocer más sobre la situación global, he leído diversos artículos, como el de "Mujeres en la construcción: una hoja de ruta para acabar con la brecha de género" o "Mujeres en la construcción: ausencia, estereotipos que perduran y falta de medidas para el cambio".
Centrandome en este último, puesto que es más reciente y poniendo el foco en España, Ane Alonso realizó un estudio sobre la situación, y determinó el avance nulo en materia de igualdad en el sector desde hace 20 años. Tras analizar las causas, la falta de referentes, los estereotipos en torno a la fuerza masculina para desarrollar ciertos trabajos o la falta de regulación de situaciones de vulnerabilidad como el embarazo en trabajos de obra. Por ello, es de vital importancia potenciar las estrategias que propone:
- Visibilizar, para que cualquier mujer considere estos trabajos como opción sin sentirse “sola”.
- Normalizar, para que la sociedad valore el trabajo dejando de lado los estereotipos de género.
Para finalizar, destaca que ni siquiera sindicatos, políticos, o lo que es aún más llamativo, asociaciones feministas han publicado o hablado de este sector en la lucha a favor de la igualdad.
Su investigación y conclusiones me hacen reflexionar sobre la importancia que tenemos las mujeres que hemos decidido dedicarnos a sectores "de hombres" de seguir luchando, apoyarnos y promover estos trabajos como cualquier otro, ya que estamos perfectamente capacitadas para desarrollarlos y con frecuencia, la dedicación y sutileza que aportamos, incluso marca diferencias significativas en el resultado.
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